Yanneth Blanco

Llegué a Estados Unidos a finales de 2015 a un país conocido como el país de las oportunidades y con base en esta premisa decidí emprender mi propio negocio.

Desde muy niña siempre he estado ligada a las artes. Estudié modelaje, locución, pero además hice mi carrera universitaria de Idiomas Modernos. Me encantan los procesos y procedimientos, el control de calidad y la atención al cliente, así que decidí certificarme como auditor de calidad.

Mis bases estaban listas para crear mi emprendimiento. Tenía todo, al menos tenía claro de qué quería hacer y como lo haría. Un plan de ejecución complemente desarrollado. Había leído sobre emprender, de cómo ser una mujer empoderada, como sacar un emprendimiento al mercado, las herramientas, todo.

Cuando decidí emprender mi tenía el plan perfecto: tenía conocimiento, tenía estructura. A finales de 2016 ya estaba certificada aquí en Estados Unidos como maquilladora por Atlanta Makeup Academy y yo me sentía lista para salir con YARBLANC al mercado.

Ya para comienzos de 2017 había sido invitada a formar parte de las mujeres emprendedoras de Atlanta en BizMujer y parte de mi trabajo estaba enfocado además en trabajar desde el empoderamiento y desde el manejo de la autoestima. He dado pasos importantes en mi carrera al punto de tener la dicha de hablar en el capitolio.

Lamentablemente aun estando lista y con todas estas herramientas, no había hecho ningún curso de cómo ser una mujer emprendedora exitosa de la mano
del dolor.

Mi emprendimiento había llegado a su fin a mediados del 2017, al menos así me sentía cuando el dolor tocó a mi puerta por primera vez con la devastadora noticia de que mi madre había sido diagnosticada con un cáncer terminal en un país como Venezuela donde aun estando sano se tienen dificultades con una
enfermedad mortal iba a ser más que una pesadilla. Y por segunda vez cuando en el 2020 mi sobrino de apenas 4 años, la vida no los arrebataría debido a un cáncer infantil de los más agresivos.

Ante estos eventos en mi vida el dolor no puede ser una excusa para sobresalir, la fortaleza debe ser el arma más eficaz para salir adelante. Existe una realidad que yo no puedo cambiar, pero lo que si podía cambiar era la actitud que decidiera tomar ante estas pruebas tan difíciles. Y es cuando decido no dejar mi sueño sino luchar aún con más fuerza para salir adelante.

Parte de esta motivación estaba en poder lograr que mi madre y mi sobrino tuvieran todo lo que necesitaban, TODO, otra era que mi madre pudiera ver mi crecimiento en este país antes de partir y la otra que para mi la vida debe continuar ineludiblemente… esta última es una gran realidad.

Así que comencé en ambos casos por realizar pasos cortos a nivel emocional… sin presionarme, pero sin dejarme caer. No era fácil pensar que cada día le restaba uno a ella.

Comencé además por identificar el dolor, le di la bienvenida, pero también le mostré la puerta de salida. Reconocí el dolor, pero también le dije que no iba a acabar conmigo al menos le hice saber que tendríamos unos buenos enfrentamientos. En estos procesos aprendí que el dolor es una parte de la vida, para algunos en gran proporción y para otros de una manera inmedible.

Aprendí que la muerte es inevitable y por más que yo quisiera salvar a mi madre o al niño con mi vida, así no funcionaba. Comencé a pensar en positivo y sé que es difícil imaginarse este punto, pero vivir un día a la vez es fundamental en estos procesos.

Este último paso es quizás un poco fuerte, pero en medio de ambos procesos tan difíciles he pensado en mis objetivos para salir adelante cuando llegara el momento de despedirme. Que iba a hacer después, como iba a continuar con mi emprendimiento y todo lo que iba a hacer para siempre llevar hasta el cielo el orgullo de lo que un día su legado me dejaría.

Pero de todas las herramientas mencionadas hay una que fue la más poderosa para salir victoriosa y poder posicionarme y hoy en día hacer lo que hago. Y es la fortaleza del Señor. Nada de esto habría sido llevado a cabo con éxito de no haber estado tomada de la mano de esa fuerza mágica, de ese poder de amor incondicional que fue siempre estar aferrada a Dios en todo momento.

Isaias 35: 3-4
3  Fortalezcan las manos débiles,
afirmen las rodillas temblorosas;
4  digan a los de corazón temeroso:
«Sean fuertes, no tengan miedo.

Mis palabras van de aliento para quienes sienten que no van a poder seguir, para quienes las fuerzas se agotan y para quienes por cualquier motivo han pensado en abandonar su emprendimiento.

Yanneth Blanco

YARBLANC
En honor a mi madre y a Jose Ignacio

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