TODOS CALIFICAN

Por: Vivi Flores

“Y aunque la gente de este mundo piensa que ustedes son tontos y no tienen importancia, Dios los eligió, para que los que se creen sabios entiendan que no saben nada. Dios eligió a los que, desde el punto de vista humano, son débiles, despreciables y de poca importancia, para que los que se creen muy importantes se den cuenta de que en realidad no lo son. Así, Dios ha demostrado que, en realidad, esa gente no vale nada.” 1 Corintios 1:27-28 (TLA)

Hubo un tiempo en mi vida de servicio al Señor en donde me empezaron a invadir pensamientos de derrota, los cuales me hacían sentir insegura en cuanto a mi labor y aporte a la obra de Dios. Sentía que otros podrían hacer mejor mi trabajo, al punto de querer renunciar. Eso era una gran mentira que estaba atormentando mi alma y robándome la dicha de creer a cabalidad la identidad y capacidad que tengo en Cristo.

Por supuesto, siempre existirán personas más capacitadas que uno, pero nunca debemos ignorar que Dios nos ha dotado a cada uno de maneras únicas para usarnos y para glorificarse, aún en medio de nuestra imperfección.

Dios no nos descalifica por ser imperfectos, por ser pecadores, o porque aún “nos falte para dar la talla”, al contrario, cuando nos arrepentimos de nuestros malos caminos, Él nos perdona, nos moldea y nos transforma para llevarnos a Su perfección, a Su estatura, a la medida de Su carácter justo, recto y moral. 

Esto me recuerda a la historia de Rahab, la prostituta cananea que vivía en Jericó de la que nos habla el capítulo 2 del libro de Josué. Esta mujer cuya profesión “dejaba mucho que desear” fue justamente a quien Dios, en su soberanía, decidió escoger para una asignación divina. Rahab había escuchado de la fama del Poderoso Dios de los israelitas y aunque aún no le conocía en lo íntimo, su fe empezó a crecer. Por eso, decidió esconder y proteger en la azotea de su casa a los espías que Josué había enviado para reconocer la tierra prometida. Rahab les imploró que se acordaran de ella y de su familia cuando regresaran a conquistar la tierra. Por su fe en el Dios de los israelitas su vida y la de toda su casa fueron salvadas del exterminio y fueron adoptados como parte del pueblo de Dios. Más tarde se casó con uno de los israelitas llamado Salmón y juntos vinieron a ser los tatarabuelos del Rey David de cuya línea nacería el Mesías, ¡el Salvador del Mundo!

Esto me hace meditar en que, si Jesús vino a pagar con su vida sin mancha la mía contaminada por el pecado, entonces entiendo que ¡tengo un gran valor! Así como Rahab, soy una obra maestra y he sido creada justamente para brillar para Dios. Efesios lo dice de esta manera “Pues somos la obra maestra de Dios. Él nos creó de nuevo en Cristo Jesús, a fin de que hagamos las cosas buenas que preparó para nosotros tiempo atrás.” Efesios‬ 2‬:10‬ NTV‬‬

Si a Rahab se le concedió una nueva oportunidad y además fue grandemente usada a pesar de su pasado, ¿por qué a nosotras no? ¡Qué esperanzadora historia!

Así que mi querida mujer virtuosa cada vez que pensamientos derrotistas, vengan a tu mente, pensamientos que quieran robarte el propósito de Dios de ser grandemente usada como un instrumento de su amor y redención, recuerda que Dios te ama, que Dios te anhela, que Él te ha cableado de manera especial, no hay otra como tú. Sólo sigue adelante y búscale a diario y verás en tu vida cumplirse todo Su plan, aunque tus pensamientos te digan lo contrario tú créele a Dios en Su Palabra y ríndete solo a Él, como lo hizo Rahab.

Recuerda que en la rendición a Dios, ¡todos califican!

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