Psic. Astrid Rivas Arteaga.
@psic.rivasarteaga
Las personas constituyen buena parte de su personalidad a partir de la comunicación con su entorno social y de acuerdo al tiempo histórico que viven. Siendo así, repensamos cómo puede estar dándose la socialización hoy, luego de pasar varios años en una pandemia. Y es que queda claro que la socialización, tal y como la recordamos, ha tenido ciertas modificaciones debido al aislamiento en espacios sociales con el fin de protegernos del coronavirus. Esto llevó a las personas a utilizar de manera más expedita herramientas digitales que han resultado de gran utilidad para la comunicación con su entorno.
Ahora que el aislamiento no es tan estricto y donde observamos con frecuencia espacios sociales para compartir, es cuando percibimos algunas dificultades esperables en el acercamiento a la presencialidad cotidiana. Algunas personas han expresado intranquilidad al exponerse al ámbito social, generando altos niveles de estrés al asistir a lugares de esparcimiento, colegio, trabajo, entre otros donde se interactúa. No ocurre en todos los casos, pero vale la pena considerarlo, pues más de uno ha experimentado tales incomodidades.
Si lo analizamos tiene mucho sentido, es decir, durante un largo tiempo en nuestra mente comandada por ciertas creencias automáticas consideradas útiles estuvo el siguiente mensaje de alerta: “Hay que protegerse del Covid”, lo que conllevó a tomar acciones de resguardo físico y que a luego acarrearon una comunicación puntual con el entorno social fuera de nuestra esfera cercana. Todavía hoy, es necesario mantener el mensaje de resguardo por razones necesarias. Pero, qué tal si consideramos otro mensaje, también importante: “Socializar, en una justa y proactiva medida, es una forma de proteger la salud mental-emocional”, particularmente luego de los momentos complejos que hemos vivido.
Esta interacción resulta beneficiosa para el desarrollo integral de las personas y es dirigida de acuerdo a la comodidad que perciba para involucrarse con su entorno social, sabiendo hasta qué punto es conveniente para su bienestar, sin dejar de lado su individualidad.
Como vemos, cada tipo de socialización y especialmente la presencial transcurre en un constante y dinámico aprendizaje de habilidades para todo ser humano. Regalarnos más ocasiones de contacto social, luego de una larga y estricta pandemia, tomando las previsiones necesarias, favorecerá ampliamente el desarrollo y la nueva adquisición de fortalezas para sobrellevar las vicisitudes.