Por: Vivi Flores
Hace años mi esposo y yo vimos una película, en la que una pareja se enamora siendo aún muy jóvenes y tuvieron que luchar por su amor imposible, logrando finalmente casarse y formar una familia. Al envejecer, ella empezó a perder la memoria y con el fin de evitar que los detalles más significativos de su vida quedasen en el olvido, decide tener un diario que ella misma escribió poniendo en la primera página: «Léeme esto, y volveré contigo cada vez».
Qué difícil es pensar que la memoria nos pueda fallar, sobre todo cuando queremos que las personas importantes de nuestras vidas nos recuerden por siempre.
Una situación similar le ocurrió a José, el penúltimo hijo del patriarca Jacob, quien fue vendido como esclavo por sus envidiosos hermanos a unos ismaelitas que llevaban a Egipto perfumes y otros productos. Ya en Egipto el joven José es vendido a Potifar, jefe de la Guardia del Faraón, ante quien alcanzó favor, por lo cual lo coloca como administrador de toda su casa.
La esposa de Potifar, sin embargo, quiso seducir a José, teniendo éste que escapar de tal situación. Lamentablemente, al ella quedar despechada por el rechazo del esclavo, lo denuncia haciendo que lo encarcelen. Luego de años en la cárcel, José conoce a quienes habían fungido como copero y panadero del Faraón los cuales tienen unos sueños que los dejan perplejos. José les interpreta el sueño, el significado de uno es muy alentador mientras que el del otro todo lo contrario: El copero sería reinstituido en su puesto mientras que el panadero sería ejecutado. Al salir el copero de la cárcel, José le pide al copero que se acuerde de el cuándo estuviese frente al faraón y que le pidiera que lo sacara de prisión. Desafortunadamente, el copero no se acordó de José, sino que lo olvidó por completo (Génesis 37, 39 y 40).
Quizás tú como José has experimentado el olvido de un padre o de una madre, de un hermano o hermana, de un mejor amigo o amiga. Quizás las ilusiones de saberte recordada por alguien especial se han desvanecido de tu vida al pasar por periodos largos de espera y al no ver la respuesta que tanto anhelabas. Pero déjame decirte amada, que Dios es el único que no abandona la obra de Sus manos, El es el único que cumple lo que ha prometido que hará con quienes le buscan de todo corazón. Te lo corroboro con una situación dolorosa, pero a la vez alentadora: cuando Jesús estando crucificado, uno de los ladrones que estaban a su lado le dice “Acuérdate de mí cuando vengas en tu reino”, Jesús le responde: “De cierto te digo que hoy estarás conmigo en el paraíso.” (Lucas 23:42-43). Jesús vio la sinceridad y el clamor genuino de alguien que se creía perdido y olvidado, sin embargo, el Maestro le ofrece esperanza y salvación eterna.
No importa en la situación en la que nos encontremos, cuando clamamos a Dios, El nunca se olvida de nosotras. La gente se puede olvidar, como lo hicieron los hermanos y el copero del faraón con José, pero Jesús una y otra vez, así sea en el último día de nuestras vidas, ¡nunca se olvidará de nosotras!
Te dejo con una de las mayores promesas que la Biblia ofrece a quienes confían en Dios, la encuentras en la segunda parte de la carta a los Hebreos 13:5: «Él dijo: No te desampararé, ni te dejaré».
¡Dios nunca te olvidará!