Por: Marle Fabiola González
Tiene 26 años viviendo en EE. UU., pero su decisión de venir no fue como la de la mayoría de los emigrantes, conoció a su esposo en Venezuela, él era norteamericano residente de Utah, se enamoraron y se casaron en 1993, pero a pesar de que ambos querían quedarse en Venezuela, él tenía compromisos laborales como chef en Salt Lake City, por lo que se vieron en la necesidad de regresar, un paso muy duro para ella que tuvo que dejar atrás su vida, su familia, y mudarse a los Estados Unidos con apenas 18 años.
En ese momento Salt Lake City era una ciudad con muy pocos hispanos, incluso las personas blancas llegaban a tocarla por su extraño color mestizo. Fue una época muy dura, ella no conocía el idioma, y a pesar de que la familia de su esposo la apoyó mucho, se sentía muy sola, su esposo trabajaba todo el día.
Luego de 11 años y con tres hijos se mudan a Orlando, en ese momento a su esposo lo diagnostican con Cáncer en su etapa terminal, y muere el mes siguiente quedando sola con sus hijos de 9, 6 años y 6 meses.
“Para una mujer que siempre estuvo en su casa, sin una profesión, con la confianza que su esposo siempre va a ser el proveedor y que de la noche a la mañana todo desaparezca, es muy duro. Por eso les recomiendo a las mujeres que es necesario, es un deber hacerse de una carrera, entender que somos capaces de tantas cosas, pero no lo sabemos”.
Luego del fallecimiento de su esposo, a los 17 días muere su papá en la misma casa, “fueron golpes muy duros, que me atravesaron el alma pero que me ayudaron a entender que yo estaba aquí, que Dios me había traído aquí por alguna razón y Gracias a Dios que había tenido la oportunidad de traerme a mi familia, ellos y mi mama fueron de mucho soporte emocional”.
Comienza a trabajar en el Centro de Convenciones de Orlando, un trabajo muy duro y pesado, especialmente para una mujer, pero logró superarlo y se convirtió en la primera hispana que subió de posición y tener un grupo de 180 empleados a su cargo, personas norteamericanas con muchos años en la empresa, que no aceptaron que ella llegara a dar órdenes.
Su primer día comenzó con 38 personas a su cargo, de las cuales se fueron 12, el segundo día se fueron tres más, el tercer día su jefe le dice que la apoya pero que ella debía creer en sí misma, así que esa noche regresa a su casa y, con ayuda de su hija, prepara su discurso para el siguiente día. Llegado el momento se levanta en una silla y lee: “yo estoy aquí y no me voy a ir, el que se quiera ir allí esta la puerta, yo se quien soy y puedo hacer mi trabajo, pregúntense ustedes si pueden hacer el suyo”, recuerda que se bajó de la silla temblando, su jefe la apoyó y al siguiente día ya tenia 58 personas para dirigir.
Poco a poco se ganó el respeto y el cariño de la gente, estuvo allí por 9 años, fue la primera mujer hispana en dirigir 480 trabajadores, se da cuenta que ya había alcanzado su máximo potencial y decide buscar algo nuevo, alguien le dijo: “Migdalia, tu eres tan buena con la gente, por que no estudias real estate?”, y así fue, se preparó, y saco su licencia.
Opta para trabajar en un resort de tiempo compartido para el cual debía aprobar otro examen, esto fue muy exigente para ella, con tres niños, salir en la mañana a clases, llegar a hacer los quehaceres, atender a sus hijos y estudiar. El curso lo comenzaron 35 personas y al final se graduaron solo 4, Migdalia era una de ellas. “Llegaba todas las noches a casa y mis niños estaban allí, ellos me dieron la fortaleza de seguir, eran tantas mis ganas de superarme, de darle a mis hijos lo mejor de mí, que ellos nunca pasaran necesidad, que como madre reaccionas y eso me dio la fuerza para graduarme”.
Luego de 6 años en el resort decide renunciar y mudarse a Atlanta ya que su familia vivía acá, y su vida da un nuevo giro. “Conocí a un hombre maravilloso hace ya nueve años, Abdiel Montiel, que amo, adoro, que ha traído tantas alegrías para mi vida, que ama a mis hijos como si fuesen de él, nos complementamos muy bien y me siento bendecida por Dios con él”.
“Y hoy en día veo que todo lo que viví, aquello que crees que funciona porque gira alrededor de una persona y de repente se te viene el mundo abajo, puede cambiar gracias a tu autodeterminación, necesitamos educarnos, prepararnos, necesitamos saber que no puedes depender de… tienes que resolver que…”
Hace ya 4 años Migdalia ha estado 100% dedicada al Real Estate en Atlanta, su mayor satisfacción es que sus clientes nunca le han dado una queja, darle las llaves de su casa y ver su sonrisa, “este negocio es muy humano porque trabajas con los sentimientos y las emociones de las personas, pero mi mayor satisfacción es recibir un gracias, que las personas se vayan felices y agradecidos, y te recomienden porque se han sentido bien atendidos”.
Se dedica también a educar a la comunidad, a explicar a las personas que pueden calificar con Tax Id, DACA, o TPS, que hay muchos programas que pueden ayudar a nuestra gente en estos momentos, los entreno a cuidar su crédito y a hacer un análisis de su situación, porque si no pueden comprar su casa ahora, pueden prepararse para hacerlo pronto.
“Mi mayor satisfacción y alegría es ver que mis hijos son hombres y mujeres de bien, que nunca se fueron a la cama con hambre, poder ver la extensión de mi pequeña familia en la carita de mi nieto y mi nuera y hacer todo lo posible para tener lo que hoy en día tengo, por la simple decisión de hacer… de ocuparme en.… que luego de tantos años de angustia, de llorar sola, de no saber cómo levantarme, pude salir adelante, resolver qué hacer con mi vida, porque no sabes cuándo necesitas sacar todo de ti para salir adelante”.
Migdalia Carter “Porque tu sueño se convierte en el mío”
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