Hazlo por ti

Por: Vivi Flores

—¡Hija, tu fe te ha sanado! —dijo Jesús—. Vete en paz y queda sana de tu aflicción. Marcos 5:34

No hace mucho que experimenté una gran liberación luego de un largo periodo de aflicción emocional y espiritual en mi vida. Había atravesado por el duelo de la muerte de mi padre a causa del cáncer de pulmón, luego un diagnóstico inesperado a mi esposo de cáncer en la garganta, seguido por la muerte de mi suegro, todo en el transcurso de un año. Ese duelo quedó resonando como un eco en los años venideros dejando mi corazón muy abatido y mi alma totalmente quebrada. Era como si un manto grande de tristeza se hubiera posado sobre mí impidiéndome avanzar. 

Durante mi tiempo de búsqueda de libertad aprendí que debía dar pasos atrevidos y de Fe, pasos que me llevarían directamente y sin atajos hasta la única fuente de libertad y paz, mi Señor Jesús. A pesar de mí misma, y de sentir pena, decidí ser valiente para pedir ayuda a fin de ver nuevamente las cosas desde la perspectiva del evangelio, ya que la tristeza había nublado mi fe. Gracias a Dios por sus hijos llenos del Espíritu Santo capacitados para ayudar a otros. La Biblia dice que Jesús ha sido enviado para sanar a los quebrantados de corazón, a pregonar libertad a los cautivos y dar vista a los ciegos. Yo calificaba en todas esas categorías y sólo Jesús podía hacer la obra perfecta una vez más en mí. 

La mujer de flujo de sangre de Marcos 5 es alguien con quien me puedo identificar ampliamente. Una mujer afligida. Y ¡qué aflicción! Ella pasaba por una prueba no corta, la Escritura dice que duró 12 años y que había empobrecido a causa de gastar sus recursos para ser tratada por muchos médicos sin éxito (v. 25-26). Añadiendo a su azote físico, ella enfrentaba la difícil realidad de ser llamada impura a causa de la ley, siendo prácticamente impedida de tocar a nadie. Todo en ella era impureza: la cama, la silla, la sábana, las personas que tocara (Lv 15:19-33). ¿Te imaginas lo que eso provocaba en su alma año tras año? ¡Aún más dolor! Pero pronto ella misma terminaría con todo eso al valientemente decidirse a ir, venciendo todo protocolo para alcanzar al Sanador! 

Así como a esta mujer, Jesús sigue siendo poderoso para otorgar sanidad a los “impuros” de nuestro presente. Hoy es cuando muchas almas azotadas por el dolor necesitan correr a Jesús y tocarlo. Hoy es tiempo de levantarse e ir como si nada más existiera alrededor, venciendo todo obstáculo social, legalista, religioso, emocional, y aún espiritual. Ahora es cuando las almas llenas de fe necesitan surcar las “multitudes”, que muchas veces se traducen en excusas personales, como falta de tiempo, y otros obstáculos como “el que dirán” los cuales impiden el tan esperado encuentro. El verso 34 nos recuerda la clave para esta sanidad y liberación, “Y él le dijo: Hija, tu fe te ha hecho salva; ve en paz, y queda sana de tu azote.” Jesús sana en respuesta a la fe. ¿Te imaginas cómo quedó ella luego de semejante encuentro?  No solo quedó sana del cuerpo sino del alma también, su aflicción se terminó! La paz la llenó. Ella realmente quedó libre de su “azote” del alma y del cuerpo. v 29 “Al instante, cesó su hemorragia y se dio cuenta de que su cuerpo había quedado libre de esa aflicción.”

Por eso mi querida Mujer Virtuosa, levántate y atrévete a tocar el manto de Jesús, hazlo por ti en fe, no por nadie más. Necesitas querer ser libre. Bájale el volumen a las voces que pretendan entorpecer tu camino a Jesús, esas voces que te mienten diciendo que Jesús está demasiado ocupado yendo a sanar o a resucitar a otros. En Marcos 5, Jesús estaba de camino a resucitar a la hija de Jairo (curiosamente Jairo en hebreo es ya’ir, que significa ¿Dios iluminará? ¿resplandecerá? ¿despertará?). Jesús es perfectamente capaz de obrar aquí y allá, él es perfectamente capaz de sanar mientras despierta (resucita) a otros! Es más, Él quiere y está dispuesto a hacer un alto en su camino para darte la atención que por años has anhelado, no eres una interrupción de Su agenda, tú eres parte en Su agenda divina. Proverbios 13:12 nos anima aún más con está declaración, “La esperanza que se demora es tormento del corazón pero ÁRBOL DE VIDA es el deseo cumplido”.  Ella se encontró con el árbol de la vida, Jesús mismo, y halló la paz y sanidad que tanto había anhelado. Jesús es especialista en regenerar todo lo que esté enfermo, afligido, azotado o aún muerto, porque Él mismo es la resurrección y la fuente de vida!

¡Levántate y tócale ahora, hazlo por ti!

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