Por: Vivi Flores
¿Cuántas veces en nuestra vida hemos levantado la mirada al cielo con manos alzadas en señal de gratitud ante el logro de objetivos, metas alcanzadas, deseos cumplidos los cuales anhelábamos por tanto tiempo? De hecho, hay una cita en el libro de los Proverbios 13:12 que lee así: “La esperanza que se demora es tormento del corazón, pero árbol de vida es el deseo cumplido”. ¡Qué alegría da cuando celebramos algo que por tanto tiempo hemos esperado y que por fin se cristaliza! Decimos un ruidoso GRACIAS y hasta somos capaces de hacer fiesta, por algo así.
¿Pero qué de los momentos en los que las cosas no surgen como lo esperamos? ¿Qué de las épocas difíciles y retadoras y de los caminos pedregosos con los cuales nos topamos en este peregrinaje que es la vida en esta tierra?
Mi amada lectora, me encantaría pintarte un cuadro en el que puedas ver tu vida de principio a fin y recorrer con tu mirada aquellas ocasiones en donde el sol no brilló tanto para ti, aquellos momentos que quizás marcaron tu historia. “Lo que no te mata te hace más fuerte”, dicen por ahí…
Jesús, el gran autor de mi historia, me ha enseñado a estar contenta cualquiera sea mi situación. Por supuesto, este aprendizaje no vino de un momento a otro. Fue en un periodo largo en mi vida en el cual había descubierto que no podía concebir. Mi esposo y yo lo intentamos por 5 años, cada año “esperando” con expectativas el gran día cuando dijéramos: “¡Estamos esperando bebé!”.
Pero ese día no llegaba aumentando mi ansiedad, frustración y tristeza. Hasta que un día leyendo al Apóstol Pablo en 1 Tesalonicenses 5:18 me encontré con este verso “Den gracias a Dios en toda situación, porque esta es su voluntad para ustedes en Cristo Jesús.”
Como mujer virtuosa “en formación” tuve que hacer de tripas corazón, al darme cuenta que la gratitud debía ser EN TODA SITUACIÓN. Así que, aun sin entenderlo, bajé mi cabeza y me las arreglé, para en medio de mi sollozo, articular esta oración: “Señor no entiendo por qué debo darte gracias por no poder concebir, pero tú lo dices: EN TODA SITUACIÓN, así que GRACIAS, tú sabes todas las cosas y lo que es mejor para mí, Gracias Señor”. No alcanzo a comprender la magnitud de la paz que en ese mismo momento empezó a rodearme, una paz que no puedo describir con palabras, pero así fue y eso me ayudó a enfrentar mi proceso.
Los procesos no son fáciles, pero cuando aprendemos a tener un corazón agradecido en “todo tiempo”, no solo cuando todo brilla y va viento en popa, entonces nuestro carácter se pule, maduramos, crecemos y recuperamos las fuerzas para continuar.
Mi gratitud de ese tiempo me llevó a enfrentar los siguientes 4 años y a aceptar que debía ser sometida a exámenes médicos incómodos y dolorosos, además de dos cirugías para, por fin, ver mi sueño de convertirme en mamá hecho realidad.
No lo hubiera podido lograr sin esa lección de vida. Un corazón agradecido, en todo tiempo, hace la gran diferencia en medio de las tormentas y el caos.
Y tú mi querida mujer virtuosa, ¿ya has aprendido a agradecer cualquiera que sea tu circunstancia? Si no lo has hecho, quisiera animarte con esta promesa del cielo que dice así: