Entrégame a tu hijo y confía

Por: Vivi Flores

Hace unos años mi hijo mayor tuvo una enfermedad del sistema inmune HSP (púrpura de Schonlein-Henoch), en donde los pequeños vasos sanguíneos de la piel, las articulaciones, los intestinos y los riñones se inflaman y sangran. A mi niño de 7 años le afectó en sus articulaciones y en los riñones, haciendo que sangrara por la orina. Los viajes al baño le daban terror porque sabía que vería sangre cada vez. El proceso, entre visitas constantes al hospital y al laboratorio para pruebas de sangre semanales y de orina, duró 1 año y 6 meses antes de que los médicos pudieran declararlo libre de peligro. Como familia enfrentamos el reto de confiar en Dios a pesar de no saber hasta cuándo veríamos a nuestro pequeño sufrir. 

Pero a pesar de la prueba, siempre todo obra para bien. Dios nos recordó una y otra vez Su fidelidad de muchas maneras. Una noche estaba al pie de la cama de mi hijo orando por él, cuando de repente sentí la voz del Espíritu Santo decirme, “entrégame a tu hijo”. Por un momento pensé que se trataba de una broma, pero a medida que luchaba con el pensamiento el Señor me recordó cómo este tipo de “pedido” ya lo había ejecutado una y otra vez en Su Palabra. 

Uno de ellos es la historia de Moisés, su madre Jocabed lo tuvo escondido por tres meses antes de tener que colocarlo en una cesta en el río Nilo para proteger su vida. Hebreos 11:23 describe la fe de los padres de Moisés: “Por la fe Moisés, cuando nació, fue escondido por sus padres por tres meses, porque le vieron niño hermoso, y no temieron al decreto del rey.”

Jocabed, en fe lo entregó a su destino en el río (Éxodo 1:22). Ella, a pesar del dolor por tener que renunciar a su precioso bebé, lo dejó, lo rindió. Si ella no lo hubiera hecho, Moisés no hubiera sido instruido dentro del palacio del Faraón en los tejes y manejes de Egipto. Dios lo colocó justo dentro del lugar donde el enemigo gestaba el plan para esclavizar a Su Pueblo. Moisés conoció de cerca todo acerca de Egipto, pero Dios le dio la dicha de conocerle cara a cara, volver a su propia gente y ser su líder. Todo esto porque una madre, aún en dolor, buscó proteger a su hijo confiando en un Dios que es mayor que todo lo que nuestros ojos físicos y espirituales podrán ver.

El otro pedido, es el que Dios le hizo a Abraham, cuando le pidió en sacrificio a Isaac, su único hijo, a quien tanto amaba (Gen. 22:2) para probar su fe y Abraham en obediencia y fe no se lo negó. Al Dios ver esa fe y confianza de Abraham, provee al verdadero cordero —Del cordero, hijo mío, se encargará Dios —respondió Abraham.”- Gen 22:8.

 Mi querida Mujer Virtuosa, así como a Jocabed y Abraham, Dios nos está pidiendo a todas las madres que aprendamos a entregar en fe el tesoro que son nuestros hijos. Al confiarlos en Sus manos, contribuiremos a que el GRAN propósito de Dios se cumpla en sus vidas. Moisés se convirtió en un gran líder con la misión de sacar al pueblo de Dios de la esclavitud, e Isaac fue a quien Dios escogió para continuar con el pacto, la misma línea que produciría el Mesías, Jesús.

Por eso, te animo a que si las cosas no están saliendo como esperabas en la vida de tus hijos, sea por enfermedad, rebeldía, necedad, etc. sólo confía, entregalos a Dios en una oración, quizás entre lágrimas pero sincera, confiando en que Dios obrará a su favor para cumplir Su propósito en sus vidas. Te sorprenderás de las maravillas que Él hará, no te reserves nada, solo confía en Él.

Salmos 37:4-5 “Disfruta de la presencia del Señor, y él te dará lo que de corazón le pidas. Pon tu camino en las manos del Señor; confía en él, y él se encargará de todo.

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