Por: Vivi Flores
No hace mucho participé de un retiro de mujeres en el que se tocó el tema del rol de la mujer en las etapas de mayor influencia, tales como el rol de hija, de esposa, de madre y aún de abuelas. Es increíble ver el diseño de Dios para la vida de la mujer en cada una de estas etapas y qué esperanzador es ver cómo su diseño es tan completo que abarca hasta el final de nuestros días.
Cuando era niña recuerdo que mi madre nos llevaba frecuentemente a visitar a mi abuelita. El camino a casa de abuelita era largo, teníamos que tomar dos autobuses para llegar allá, lo cual me daba mucho tiempo para poder imaginarme todo lo que haría al estar allí. Una de las cosas que siempre me imaginaba era lo que ella nos cocinaría, era una excelente cocinera, se me hacía agua la boca de solo pensar en lo que almorzaríamos ese día.
Abuelita era una mujer talentosísima, ella no solo sabía cosernos los más lindos vestidos, los cuales mi hermana y yo lucíamos orgullosamente en las fiestas familiares, sino que también era una experta en el arte del tejido tanto a crochet como a palitos. Ella fue también cantante cuando joven junto a su hermana con quien cantaba en la radio limeña, formaban el dúo “Las Estrellitas” acompañadas por el renombrado pianista Filomeno Ormeño. Nuestras tardes en casa de abuelita nunca eran aburridas ya que siempre nos contaba historias de su juventud mientras me enseñaba el arte del tejido a crochet, puedo decir que lo domino bastante bien gracias a ella.
Muchas cosas se mencionan a cerca de cuando una mujer llega a la edad “madura”, esa edad en donde ya se empieza a escuchar que ella ya empezó a estar con achaques, o que no es buena para las cosas de tecnología, o que empieza a no ser tomada en cuenta en las conversaciones. Pero en el estándar de Dios esto no tiene validez ya que Él dice que aún estaremos fructificando y aún multiplicándonos.
El Salmo 92:12-15 (NTV) Nos habla de cómo debe lucir la etapa de la vejez en los creyentes, “12 Pero los justos florecerán como palmeras y se harán fuertes como los cedros del Líbano; 13 trasplantados a la casa del Señor, florecen en los atrios de nuestro Dios. 14 Incluso en la vejez aún producirán fruto; seguirán verdes y llenos de vitalidad. 15 Declararán: «¡El Señor es justo! ¡Es mi roca! ¡No existe maldad en él!».”
Este Salmo me recuerda a mi abuelita, ella nunca estuvo ociosa o quejándose, tenía una excelente actitud frente a la vida, siempre dándonos ánimo y mostrándonos cómo ser útiles en todo tiempo. Siempre ayudándonos a mirar la adversidad con ojos de esperanza. Así quiero ser cuando llegue a su edad.
La palmera de este Salmo 92 es la datilera, la cual da los mejores dátiles a partir de los 55 a 60 años, son árboles supremamente fuertes cuyo tronco se mantiene parado y firme ante los huracanes más destructores. La fortaleza de este árbol se debe a sus profundas raíces las cuales constantemente están bajando más y más en busca de agua. Ellos crecen no solo hacia arriba sino se sostienen sólidamente desde abajo porque sus raíces son muy fuertes. Así deben ser los que confían en Dios, que ni los vientos más huracanados de las pruebas puedan derribar, como dice el Salmo, ¡seguirán llenos de vitalidad y vigor aún en su vejez! porque saben que Dios es Su Roca y reconocen que sólo Dios es bueno.