Por: Darcy Rondon
ABA Specialists
Como padres, generalmente sabemos cuándo algo no está bien con nuestros hijos, notamos alguna diferencia en su desarrollo, algún retraso del habla o alguna otra señal que nos genera duda.
“Mi niño decía agua, mamá y papá, pero ahora no quiere hablar”, “Mi hijo pasa todo el día jugando con sus juguetes y cuando vamos a fiestas prefiere jugar solo, no interactúa con otros niños”. Estas y otras frases son comúnmente escuchadas en familias donde tenemos un niño con diagnóstico del espectro autista. Si quieres aprender cuales son las señales de alerta que nos pudiesen indicar un posible diagnóstico, sigue leyendo.
El trastorno del espectro autista (TEA) es definido como una alteración que afecta principalmente el lenguaje y las habilidades sociales; además, es común observar patrones repetitivos o restringidos de la conducta en quienes lo presentan.
Esta condición afecta más comúnmente a los varones, mostrando una probabilidad 4 veces más alta de identificar TEA en niños que en las niñas. Actualmente, de acuerdo con el Centro para el Control y la prevención de Enfermedades, 1 de cada 53 infantes son diagnosticados con autismo en el estado de Georgia. De allí que consideremos importante informar a los padres acerca de los posibles signos de alerta que deben tener presentes en todo momento.
Ahora bien, luego de leer la definición de autismo, pasemos a conocer los síntomas más comunes presentes en niños con TEA: retraso en el habla o perdida de algunas palabras previamente aprendidas, ausencia de contacto visual, dificultad para comprender los sentimientos de otros y los propios, preferencia por el juego individual o con objetos en lugar de compartir con otros niños, ausencia de juego simulado, no responder al llamado por su nombre, tener intereses restringidos e irritarse ante sonidos fuertes como la licuadora o la aspiradora.
Es importante mencionar que no todos los síntomas descritos anteriormente están presentes en todos los niños con el diagnóstico y, de igual forma, es posible que algunos de estos síntomas estén presentes en niños que no tienen autismo. Por esto es de vital importancia la evaluación por parte de un profesional en el área.
El procedimiento a seguir, una vez que identificamos alguna de estas señales es dirigirnos al médico pediatra quien a su vez hará las referencias pertinentes para una evaluación. En caso de un diagnostico positivo, el especialista derivara al niño a las terapias correspondientes; estas pueden ser: terapia ABA o conductual, terapia de lenguaje, terapia ocupacional y terapia física. Cada niño tiene diferentes necesidades y será el especialista el encargado de informar y guiar a los padres en este camino que comenzaran a transitar.
Por último, es importante que los padres puedan escoger un centro de terapia en el cual se sientan cómodos y escuchados, que los haga parte del proceso, les explique los objetivos que están trabajando y los mantenga siempre informados de todo lo que sucede en el día a día en las sesiones. De esta forma, padres y terapeutas conformarán un equipo inquebrantable que trabajará en pro de mejorar las destrezas y habilidades del niño.