Bajar de peso comienza en el cerebro

Por: Alba Menoni de Dominguez
Coach de Salud, Especialista en Nutrición y Fitness
Amenonihealthcoach.com 

¿Has escuchado alguna vez la frase “Las batallas comienzan en la mente”? Esto viene a colación cuando se aborda el tema relativo al tratamiento de personas con sobrepeso. El cumplimiento de los objetivos que se tracen va a depender de dos factores: aspectos técnicos relacionados con el entrenamiento y la nutrición; y segundo, la gestión del entorno del paciente (emociones, costumbres, hábitos, creencias y motivación), los cuales se encuentran en el cerebro. 

En este sentido, el hambre y la sensación de saciedad son reguladas por el  hipotálamo, que controla con precisión la ingesta de energía en función de nuestro gasto, a fin de que mantengamos un peso estable. Cuando terminamos de comer o cuando las reservas de grasa  son suficientes, se liberan sustancias como la leptina y se lanza una serie de señales de saciedad al resto de los órganos que indican que debemos parar de comer. Distintamente, cuando estamos en ayuna, luego de ver u oler un alimento apetitoso o cuando disminuyen nuestras reservas de grasa, se liberan  sustancias como la grelina que nos hacen sentir hambre. 

En nuestro cerebro el principal responsable de la ansiedad es la serotonina, hormona del bienestar, del buen humor y del placer; de modo que si tenemos tendencia a estar irritables, ansiosos, bajos de ánimo, impacientes, angustiados, con humor cambiante o ataques de ira, lo más probable es que tengamos problemas con los niveles cerebrales de serotonina. 

Por ello, cuando la serotonina cerebral está baja, inconscientemente buscamos un modo rápido a fin de elevar sus niveles ingiriendo abundantemente chocolate, galletas, dulces, cereales, snacks, zumos y bebidas dulces, cargados de carbohidratos refinados, haciendo que el azúcar al igual que la serotonina, suba bruscamente en la sangre e inmediatamente nos relajamos y nos sentimos mejor debido a que estos alimentos producen un efecto ansiolítico

Luego de esta ingesta compulsiva se generan sentimientos de culpa, ¿Qué he hecho?  Comí demasiado. Me siento pesado, hinchado, embotado, tengo acidez. Llevaba tiempo controlándome, comiendo ensaladas, a la plancha y, ahora, echo a perder todo. No tengo voluntad, soy un desastre”. Al cabo de una o dos horas, se produce el bajón inducido por la descarga de insulina que generó la subida de azúcar y sentiremos hambre de nuevo, por lo que nuestro cerebro empezará a buscar la justificación racional para volver a comer: “Total, con lo que te has comido hoy ¿qué más da?  Mañana comienzas de nuevo, hoy ya has perdido el día”. Conclusión: nos damos carta blanca para volver a picar y sigamos picando hasta irnos a dormir.

Para crear buenos hábitos se precisa repetirlos hasta integrarlos a la rutina diaria. Sin embargo, las emociones o su manejo inapropiado pueden jugarte una mala pasada, ya que si no gestionas tus emociones acabarás consumiendo lo que no te conviene y así es complicado bajar de peso. Recuerda: “Las batallas comienzan en la mente”.

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