Por: Vivi Flores
Hace algún tiempo cuando quería poner mi primera casa a la venta un buen amigo, experto en bienes raíces, me recomendó aligerar el volumen de mis adornos decorativos de los muebles que tenía. Él decía que a la hora de vender es muy recomendable tener menos adornos para así lograr un efecto más atrayente y procurar un panorama más agradable a la vista del cliente.
El tener tantas cosas sobre los muebles haría que posiblemente se distrajera y no se enfocara en todo el ambiente potencial a considerar para su compra. Al seguir su consejo, logramos que nuestra primera casa se vendiera mucho más rápido de lo que esperábamos, incluso mucho antes de que nos terminaran de construir la nueva casa. Lo mismo es verdad para nuestras vidas: menos, es más.
Esto me recuerda la sabia decisión de María de Betania. María de Betania era la hermana de Marta y de Lázaro (al que Jesús resucitó). Ellos eran una linda familia hospedadora y amigos muy cercanos de Jesús. De hecho, El solía llegar a su casa a hospedarse cada vez que pasaba por allí. Cuenta la historia en el evangelio de Lucas 10:38-42 acerca del contraste entre estas dos mujeres mientras Jesús estaba en su casa. Marta andaba muy ajetreada, llena de estrés diría yo en buen criollo entre tantos menesteres; mientras que María su hermana dice el evangelio que estaba a los pies de Jesús escuchando lo que Él decía, en otra versión dice que se sentó “a escuchar sus enseñanzas”.
El ser intencional para escuchar las enseñanzas de Jesús es una experiencia transformadora para nuestros corazones. María escogió lo mejor, lo que valía la pena dice el evangelio. No así Marta quien presenta su queja ante Jesús al alegar que su hermana la había dejado prácticamente sola con toda la carga del agasajo. Ante lo cual Jesús le responde amorosamente: “Mi apreciada Marta, ¡estás preocupada y tan inquieta con todos los detalles! Hay una sola cosa por la que vale la pena preocuparse. María la ha descubierto, y nadie se la quitará.”
Recuerdo una ocasión en la que mi esposo estaba acostado en el sofá mientras yo limpiaba la casa y cocinaba a la vez. El verlo allí tan tranquilo me irritó tanto que no pude evitar recriminarle al decirle que no estaba haciendo ¡nada! El respondió sabia y reposadamente, sí estoy haciendo algo, estoy descansando. Para mí en esa época de mi vida, el descanso era algo extraño, no lo consideraba en mi radar por siempre pensar que el estar ocupada implicaba ser responsable.
Ante tantas ocupaciones y responsabilidades con las que a diario como mujeres nos toca lidiar, podemos perder la perspectiva de lo que verdaderamente importa. Y lo que verdaderamente importa es nuestro legado, nuestro tiempo en familia nutriendo nuestras relaciones con nuestros hijos, nuestro esposo, nuestros padres, y aún con nuestra familia en la fe. Pero todo esto solo se construye escuchando a Dios y descansando en El, quien es el autor de nuestras vidas. El sí sabe lo que nos conviene, por eso es crucial desarrollar un oído selectivo hacia su voz.
María de Betania al escuchar a Jesús, había encontrado su norte y más que eso, había encontrado la fuente del descanso del alma, aquel descanso verdadero que solo se encuentra a los pies del Maestro. No era que María no fuera una buena anfitriona, al contrario, ella demostraba su buen recibimiento al invitado de honor al oír lo que Él tenía que decir. A veces al estar tan ocupadas haciendo tareas múltiples (porque somos capaces, no hay duda) esto quizás nos roba de deleitarnos en la dulce voz de Dios. Cuando tú y yo realmente aprendemos a encontrar el descanso en Jesús, todo lo demás puede esperar. El rey David sabía esto muy bien al decir “Deléitate en el Señor, y él te concederá los deseos de tu corazón. Entrega al Señor todo lo que haces; confía en él, y él te ayudará.” Salmo 37:4-5
Y tú mi querida Mujer Virtuosa ¿ya has encontrado ese descanso en Jesús, al enfocarte y deleitarte solo en El por encima de otras cosas? Si aún te encuentras luchando y te sientes abrumada y preocupada con todo lo que tienes en tu bandeja, te invito a que le digas a Jesús en una oración simple: “Señor, ayúdame a discernir siempre tu voz sobre otras voces que muchas veces me abruman, ayúdame para que mi alma descanse en Ti, quiero ser como María de Betania que escogió la mejor parte, y esa mejor parte eres Tú Señor.”
Estoy segura que si le pediste eso, Él te lo concederá, y Su paz te rodeará y todo lo demás se hará pequeño ante Su grandeza y Su Paz.
Te dejo con esta invitación que Jesús está constantemente haciéndonos: “Vengan a mí todos los que están cansados y llevan cargas pesadas, y yo les daré descanso”. Mateo 11:28 NTV