Por: Vivi Flores
Cuando estaba en mis veintes tuve la oportunidad de trabajar para un programa de televisión sobre el mundo del turismo. Recuerdo que pasábamos largas horas entre la producción de libretos, la planeación de lugares donde filmaríamos, el maquillaje, el vestuario, etc., todo con el fin de poder llevar hasta los hogares un material que dejara al televidente con ganas de ver más en el próximo programa. Todos trabajábamos con prontitud y esmero para tal fin.
Últimamente, esta experiencia me ha hecho meditar en la importancia del gran paso para que el show llegara a los hogares: LA ACCIÓN. Me explico, podíamos haber tenido todo listo como las luces, el equipo, el personal, todo el conocimiento y las ganas de llevarlo al público, aún los planes y libretos más increíbles, pero si no estaba la ejecución de estos no hubiera habido impacto, o influencia en nuestra audiencia, porque no lo hubieran podido ver.
Lo mismo es verdad a la hora de brindar una mano amiga. En los tiempos que estamos viviendo, la importancia de poner nuestra “fe en acción” para ser de ayuda en nuestra comunidad me trae a la mente la famosa “Parábola del Buen Samaritano” en donde a este desafortunado hombre, unos ladrones le habían despojado de todo lo que tenía, golpeándolo y dejándolo muy malherido. Al pasar por el camino, tanto un líder religioso como otro líder que brindaba sus servicios en el templo se hicieron los de la vista gorda. Pero el buen vecino samaritano, hizo una pausa en su camino, para acercarse y ayudar, yendo la milla adicional y haciendo uso de sus propios recursos para asegurarse de que su prójimo recibiera la atención y cuidados que fueran necesarios para volverse a poner en pie.
Mi amada Mujer Virtuosa tenemos delante de nosotras cada día la gran oportunidad de extender nuestras manos para ayudar a los quebrantados, a los afligidos de corazón, a los que no tienen sustento o abrigo, a los que están enfermos. Tenemos delante de nosotras la oportunidad de nuestra historia, de ser las manos y los pies de alguien que se sienta cojo o maniatado por la falta de trabajo, de salud, o de familia. Cada una con un granito de arena podemos construir una hermosa playa de esperanza.
Pero ¿cuándo lo hago? Responder a la pregunta de “cuando” a la luz del ejemplo de nuestro buen amigo el samaritano es AHORA. La actitud de urgencia y de esmero es la correcta a la hora de decidir ayudar. Es ahora cuando voy a llamar o textear a aquel amigo o amiga que necesita mis palabras de aliento y mi oración, ahora voy a usar mis recursos para bendecir en mi comunidad, ahora voy a ser voluntaria en un almacén de alimentos, ahora voy a comprar una despensa para el que tiene hambre, y la lista es larga. Es ahora cuando al ayudar a otro permitirá que mis propias luchas se aminoren, porque más bienaventurado es dar que recibir.
Es ahora, porque ayer ya pasó, el futuro no ha ocurrido aún y todo lo que tengo es el HOY. Es en el hoy, es en la ACCIÓN en que veré realizada la película de mi vida, poco a poco, paso a paso, se irán recopilando los capítulos que Dios ha escrito en Su libro para ti y para mí. Solo nos tenemos que presentar en escena cada día y no permitir que otro nos arrebate el rol que Dios nos encomendó. Vivir cada día como si fuera el último, con sentido de urgencia por ayudar al prójimo nos volverá en cómplices de la agenda de Dios, al final de todo lo estaremos haciendo por Él, somos sus manos y sus pies.
Te dejo con las palabras del mismo Jesús cuando dijo: “Porque tuve hambre y ustedes me dieron de comer. Tuve sed y me dieron de beber. Fui extranjero y me hospedaron. No tenía ropa y ustedes me vistieron. Estuve enfermo y me cuidaron. Estuve en la cárcel y me visitaron”. Entonces los que hacen la voluntad de Dios le preguntarán: “Señor, ¿cuándo vimos que tenías hambre y te dimos de comer? o ¿cuándo te vimos con sed y te dimos de beber? ¿Cuándo te vimos sin tener dónde quedarte y te invitamos a nuestra casa? o ¿cuándo te vimos sin ropa y te vestimos? ¿Y cuándo te vimos enfermo o en la cárcel y te visitamos?” Entonces el rey les responderá: “Les digo la verdad: cada vez que ustedes hicieron algo por mis hermanos más humildes, también lo hicieron por mí”. Mateo 25:35-40 Palabra de Dios para Todos (PDT)