Por Vivi Flores
Cuando era niña, me encantaba jugar con las muñequitas de papel, aquellas a las que podías vestir con diferentes trajes, los cuales se colocaban en la muñeca al doblar unas lengüetas en los hombros. Qué alegría me producía verlas vestidas de día de campo, de trabajo, de fiesta, de verano, de invierno, etc. Me animaba mucho cada vez que me regalaban más ropa de papel para continuar ataviándolas con diferentes atuendos.
Esto me hizo meditar en cuán importante y necesario es el vestido para el ser humano. La ropa no solo sirve para estar a lo último de la moda, sino principalmente para proteger el cuerpo. Por ejemplo, nuestro cuerpo necesita del abrigo para no tener frío en la época de invierno. En la temporada de calor, el cuerpo necesita cubrirse para protegerse del sol. Cuando vamos de camping, necesitamos zapatos adecuados para subir montañas.

Así mismo ocurre en nuestro corazón, debemos protegerlo de los agentes dañinos del pecado. Por eso el apóstol Pablo le dice a los Romanos 13:12-14 PDT “La noche ya se está acabando y el día está por comenzar. Entonces dejemos a un lado las obras de la oscuridad y pongámonos las armas de la luz. Vivamos correctamente como gente que pertenece al día: no asistamos a parrandas ni borracheras. No usemos nuestro cuerpo para inmoralidades ni pecados sexuales. No debemos causar problemas ni tener celos. Mejor, revístanse con el Señor Jesucristo y no piensen, como piensa todo el mundo, en satisfacer sus propios deseos.”
La palabra noche aquí representa el pecado y la palabra día representa los buenos tiempos que han de venir. Pablo nos anima a dejar de lado esos actos oscuros, los cuales vienen siendo como ropa sucia. Nadie quiere vestirse con ropa sucia, contaminada por el sudor, las manchas de grasa de comida, etc. Es más, cuando el día llega a su fin, lo único que queremos es quitarnos la ropa para irnos a dormir limpias y frescas. Por eso debemos ponernos la armadura resplandeciente o las armas de la luz de una vida recta, es más, revestirnos con la misma presencia del Señor Jesucristo. ¡Qué consejo más sabio!
Eso solo puede ocurrir al rendir nuestra vida y permitir que sea Jesús quien nos guíe y nos ayude a quitarnos todo ropaje de pecado que pueda estar amenazando nuestra hermosa comunión con Dios y con nuestro prójimo.
Por eso, mi querida Mujer Virtuosa, te animo a hacer un autoexamen y reflexionar en qué áreas de tu corazón aún estás vestida con un ropaje oscuro. Quizás has albergado por mucho tiempo ira, resentimiento, odio, rencor, falta de perdón, celos, envidias, pleitos, y la lista puede continuar. Si este es tu caso, te animo a que hoy sea el día en que te despojes de todo ese ropaje y te vistas con la presencia de Jesús. Que se lo pidas en una oración sincera para que te cubra de su amor y salvación.
Te dejo con esta porción de la Palabra de Dios en Colosenses 3:12-13 para que continúes ese tiempo de meditación y oración: “Por lo tanto, como pueblo escogido de Dios, santo y amado, revístanse de afecto entrañable y de bondad, humildad, amabilidad y paciencia, de modo que se toleren unos a otros y se perdonen si alguno tiene queja contra otro. Así como el Señor los perdonó, perdonen también ustedes. Por encima de todo, vístanse de amor, que es el vínculo perfecto.”
Mira artículo relacionado ¡Que gran amor!