Por Vivi Flores.
Hace poco me conversaba uno de mis hijos acerca de las cosas que han empezado a captar su interés, cosas naturales de un pre-adolescente. Me di cuenta al oírlo que ya es capaz de notar que no todo lo que hay allá afuera es para su edificación personal. Me dio tanta alegría el ver, como en su mente a pesar de ser tan tierna, ya cuenta con un buen discernimiento para escoger lo que conviene de lo que no. También me deleitaba al escuchar como de su boca podían salir palabras apropiadas para hacer frente a sus circunstancias. Por supuesto, hay un gran camino por recorrer y a mí me toca seguir alimentando su corazón para que continúe decidiendo lo correcto, y a su vez tener éxito en las diferentes etapas de su vida.
Este mes de la mamá, nos lleva a reflexionar en cuán maravillosa es la tarea de ser escogidas para nutrir la vida de otro ser humano. Cuando nos ponemos a pensar en lo extraordinario que es el ser un instrumento de nuestro Creador para albergar a otro ser humano en nuestro cuerpo, solo podemos agradecer por ser portadoras de la gracia de la vida. Él es quien nos equipa a nosotras primero con su gran amor y plan, para llevar a cabo este retador pero a la vez sin igual rol de mamás.
Como madres nos toca nutrir y esta palabra es sugerente de un abundante suministro, tanto de provisión material como espiritual. Nutrir la vida de nuestros hijos es una tarea, que aprenderemos a abrazar en el proceso tanto en lo físico, lo emocional, como en lo espiritual.
En lo físico, porque nuestro cuerpo se irá ensanchando a medida que ese nuevo ser al que llamaremos “hijo” vaya creciendo dentro y que pronto daremos a luz y al cual alimentaremos con la leche de nuestros senos como algo tan milagroso. A este pequeño al que dedicaremos noches enteras y eternas para abrazar y mecer en nuestro regazo. A lo largo de su vida utilizaremos nuestras manos para acariciarles, aplaudirles y darles palmaditas en la espalda celebrando sus logros. Usaremos nuestra boca para arrullarlos, cantarles a la hora de dormir y aun para darles palabras de aliento cuando tengan el ánimo caído.
En lo emocional porque poco a poco aprenderemos a no pensar en nosotras mismas solamente, sino que iremos dedicándonos abnegadamente a satisfacer su más íntima necesidad de amor, cariño, afecto, de cercanía, de aquel vínculo que nunca se romperá, aunque inevitablemente llegue la hora de dejar el hogar. En nuestro corazón, ellos siempre ocuparán un lugar de suprema importancia, sin escatimar la edad que tengan.
Y en lo espiritual, por la gran tarea que tenemos por delante de llevarlos a una relación profunda con Dios y de conocer el propósito que Él tiene para sus vidas. Haciendo esto estaremos dejándoles un legado eterno.
En este sentido, se nos han dado instrucciones divinas para tener éxito en la tarea, no estamos solas. La verdad de las Escrituras nos guía a nosotras primero, como una lámpara a nuestros pies y una lumbrera en nuestro camino. Estas palabras de sabiduría nos iluminarán en todo tiempo, ya sea en las madrugadas más oscuras cuando no sabemos que hacer mientras cuidamos de nuestro pequeño indefenso que sólo depende de nosotras, o cuando esperamos que nuestro hijo vuelva a casa luego de una larga travesía.
Estas instrucciones también nos ayudarán a levantar y equipar sus vidas transformando su corazón y moldeando su carácter, con la profunda certeza de que las aplicarán aún en su edad adulta, sin que nunca se les olviden y, en su momento, ellos declarar con convicción: “mi madre me lo enseñó”.
El amor de madre no se rinde con la vida de un hijo, con abnegación y dedicación siempre veremos el fruto de nuestro esfuerzo. Aunque algunos periodos en la vida de nuestros niños parezcan ser contrarios, sigamos alimentando su tanque emocional y espiritual sin desmayar, el río de Dios no se detendrá nunca si continuamos dependiendo de El hasta en nuestra maternidad.
¡No nos cansemos pues de hacer el bien porque a su tiempo cosecharemos sino nos damos por vencidas!
¡Feliz Día Mamá Virtuosa!
28 Sus hijos se levantan y la bendicen.
Su marido la alaba:
29 «Hay muchas mujeres virtuosas y capaces en el mundo,
¡pero tú las superas a todas!».
Proverbios 31:28-29